Las bacterias son microorganismos que conviven con los seres humanos en su ambiente, e incluso en grandes cantidades en el interior de su cuerpo (lo que llamamos flora microbiota). Sin embargo, algunas de ellas pueden causar serias enfermedades, como la neumonía, faringitis, gastroenteritis y muchas más. Estos microorganismos que pueden ser perjudiciales, que comprenden bacterias, […]
Última modificación: 12 marzo 2021
Las bacterias son microorganismos que conviven con los seres humanos en su ambiente, e incluso en grandes cantidades en el interior de su cuerpo (lo que llamamos flora microbiota). Sin embargo, algunas de ellas pueden causar serias enfermedades, como la neumonía, faringitis, gastroenteritis y muchas más. Estos microorganismos que pueden ser perjudiciales, que comprenden bacterias, virus, hongos y parásitos a aquellos que pueden causarnos enfermedad se les engloba con el término patógenos.
Como parte de nuestro entorno, el agua también contiene millones de bacterias, incluida el agua potable. Aunque las ciudades y pueblos cuentan con sistemas de tratamiento de aguas, ni siquiera los más sofisticados están totalmente a salvo de patógenos dañinos. Recordemos, por ejemplo, el cierre temporal de una planta de agua embotellada en Arinsal (Andorra) a causa de una infección por un virus que causó un brote de gastroenteritis en 2016, por una filtración de aguas residuales. O el cierre en 2019 de varias fuentes públicas en Ciudad Real por estar el agua contaminada con legionella.
En este post detallaremos las bacterias y otros patógenos más habituales en el agua, en qué proporción pueden resultar preocupantes y cómo prevenir riesgos.
Como sucede en el caso de los alimentos, las bacterias en el agua, así como otros microorganismos, incluyendo los que nos pueden resultar dañinos, son más habituales de lo que pensamos, por lo que los ingerimos sin saberlo.
Los efectos en la salud pueden ir desde gastroenteritis leve hasta diarrea severa y en ocasiones graves, y en algunos casos mortales, disentería, hepatitis y fiebre tifoidea, aunque en pequeñas cantidades nos resultan inocuos, o a veces, como mucho, podemos notar cierto malestar temporal que habitualmente ni siquiera llegamos a relacionar con esta ingesta. Los colectivos a los que suele afectar una bacteria dañina en el agua son aquellos con las defensas más comprometidas, como ancianos, niños, mujeres embarazadas, etc..
La fuente de contaminación más habitual de las aguas son los excrementos humanos y animales infectados, como ocurrió en el caso de Arinsal, aunque también pueden ser fuente de transmisión otras fuentes y vías de exposición, como el agua misma o el suelo, que pueden ser caldo de cultivo de bacterias como la Legionella, Burkholderia pseudomallei y micobacterias atípicas.
A continuación listamos las bacterias que más comúnmente se encuentran en el agua, el grado de peligro que suponen para la salud y su persistencia en el sistema de abastecimiento de agua, algo que las hace potencialmente más peligrosas:
Escherichia coli (también conocida como E. coli) es un ejemplo de bacteria que está presente en grandes cantidades en nuestra microbiota intestinal normal humana y la de los animales, donde en general no es dañina. Sin embargo, en otras partes del cuerpo, la E. coli puede causar náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea, con cuadros clínicos graves, como infecciones del tracto urinario, bacteriemia y meningitis.
Los síntomas suelen aparecer entre uno y ocho días.
La transmisión de E. coli patógena a través del agua está comprobada en aguas recreativas y agua potable contaminada. Puede ocurrir, por ejemplo, que el suministro de agua potable esté contaminado porque se ha filtrado agua de lluvia que contenga excrementos de ganado.
Debe procurarse la protección de los suministros de agua natural de los desechos animales y humanos, y dar el tratamiento adecuado y la protección al agua durante la distribución. Las pruebas convencionales para E. coli (o, alternativamente, bacterias coliformes termotolerantes) ofrecen un índice apropiado para los serotipos enteropatógenos en el agua de bebida.
Las bacterias Campylobacter jejuni en el agua pueden causar infecciones que tienen por síntomas calambres, diarrea, fiebre y dolor abdominal. Algunas manifestaciones clínicas de las infecciones por C. jejuni en humanos incluyen artritis reactiva y meningitis, y suelen tener lugar sobre todo en niños.
El período de incubación suele ser de 2 a 4 días.
Las bacterias Campylobacter se encuentran en muchos entornos, especialmente los que frecuentan animales, y el agua es una fuente importante de transmisión. La presencia de patógenos en las aguas superficiales depende en gran medida de las precipitaciones, la temperatura del agua y la presencia de aves acuáticas.
Debe procurarse la protección de los suministros de agua natural de los desechos animales (como las heces de aves) y humanos, y dar el tratamiento adecuado y la protección al agua durante la distribución.
La Shigella, formada por las especies S. dysenteriae, S. flexneri, S. boydii y S. sonnei puede causar cuadros clínicos de enfermedades intestinales, incluyendo la disentería bacilar. Los síntomas habituales al principio de la shigelosis son calambres abdominales, fiebre y diarrea acuosa.
El periodo de incubación de la shigellosis es de entre 2 y 3 días, y estos patógenos parecen estar mejor adaptados para causar enfermedades humanas que la mayoría de los demás patógenos bacterianos entéricos, como la E. coli o las bacterias de Salmonella o Campylobacter.
La bacteria se suele transmitir a través de aguas contaminadas por vía fecal-oral: su presencia en el agua potable suele indicar contaminación fecal humana reciente.
Debe procurarse la protección de los suministros de agua natural de los desechos animales y humanos, y dar el tratamiento adecuado y la protección al agua durante la distribución.
La salmonella es un patógeno común que causa escalofríos, fiebre, dolor de cabeza, diarrea y dolor. Las manifestaciones clínicas más comunes son gastroenteritis, bacteriemia o septicemia, fiebre tifoidea/fiebre entérica (poco común en Europa pero que puede ser mortal) y estado de portador en personas con infecciones previas.
La salmonella se divide en Salmonella enterica o Salmonella choleraesuis, Salmonella bongori y Salmonella typhi, y contamina el agua y los alimentos y los síntomas se presentan entre uno y tres días después de consumirlos.
Normalmente la salmonella se transmite al agua a través de la contaminación fecal de las descargas de aguas residuales, el ganado y los animales salvajes.
Debe procurarse la protección de los suministros de agua natural de los desechos animales y humanos, y dar el tratamiento adecuado y la protección al agua durante la distribución.
La Legionella pneumophila puede causar infecciones bacterianas leves como la fiebre de Pontiac o graves conocidas como enfermedad del legionario, una enfermedad neumónica que puede llegar a ser mortal. Algunos síntomas de la infección por legionarios son fiebre, dificultad para respirar, tos y dolores musculares. Esta enfermedad afecta más a hombres que a mujeres, mayoritariamente entre 40 y 70 años. Los factores de riesgo que pueden agravar la enfermedad son el consumo de tabaco o abuso de alcohol, cáncer, diabetes, receptores de trasplantes, etc. En el caso de la fiebre de Pontiac, los síntomas son similares a una gripe: fiebre, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, dolor muscular y tos.
Tiene un periodo de incubación de 3 a 6 días.
Las especies de Legionella no se transmiten, sino que son miembros de la microbiota natural de muchos ambientes de agua dulce, como ríos y embalses, donde se encuentran en cantidades relativamente bajas. Sin embargo, prosperan en ciertos entornos acuáticos creados por los humanos, como los dispositivos de enfriamiento de agua (torres de enfriamiento y condensadores evaporativos) asociados con el aire, pero también sistemas de distribución de agua caliente y spas que proporcionen temperaturas (25–50° C) y condiciones adecuadas para su proliferación. En el caso del agua la transmisión es puntual, pero por su prevalencia debe considerarse siempre la posibilidad de su entrada en los sistemas de agua potable. Ahora bien, lo más habitual es inhalar aerosoles que contienen la bacteria.
Los sistemas que se mantienen limpios y fluidos tienen menos probabilidades de experimentar un desarrollo excesivo de Legionella spp. También se debe tener cuidado de seleccionar materiales en los circuitos de la instalación que no apoyen el crecimiento microbiano y el desarrollo de biopelículas en las que se multiplica.
En general, deben emplearse medidas de análisis y control (desinfección, control de temperatura) para reducir la probabilidad de supervivencia y multiplicación de la bacteria.
La Pseudomonas aeruginosa puede causar muchos tipos de infecciones, pero en contadas ocasiones causa enfermedades graves en personas sin factores de riesgo, como pacientes con fibrosis quística o inmunodeprimidos. La bacteria coloniza predominantemente lugares dañados como quemaduras y heridas quirúrgicas, el tracto respiratorio de personas con enfermedades subyacentes y ojos dañados físicamente. Desde estos lugares, puede generalizarse la infección a todo el organismo, provocando lesiones destructivas o septicemia y meningitis. Manifestaciones leves incluyen la foliculitis y las infecciones del oído relacionadas con el agua, tras estar expuestos a ambientes cálidos y húmedos como piscinas y spas.
La P. aeruginosa es un microorganismo ambiental común y se puede encontrar en las heces, el suelo y el agua, especialmente en las aguas residuales. Como la Legionella puede multiplicarse en ambientes acuáticos y también en la superficie de ciertos materiales orgánicos en contacto con el agua. Se ha aislado de una variedad de ambientes húmedos como lavabos, baños de agua, sistemas de agua caliente, duchas y piscinas de spa. La ingestión de agua de bebida no es una fuente importante de infección, aunque puede asociarse con modificación de su sabor, olor y turbidez.
Está bacteria es sensible a la desinfección (bactericidas) por lo que la entrada a los sistemas de distribución de agua puede minimizarse mediante una desinfección adecuada. Las medidas de control para reducir la proliferación de estos microorganismos son las que minimizan el crecimiento de biopelículas, incluido el tratamiento para optimizar la eliminación de carbono orgánico, restringen el tiempo de residencia del agua en los sistemas de distribución y llevan a cabo un mantenimiento de los residuos de desinfectantes.
Existen otras bacterias, como Enterobacter, Leptospira, Micobacteria o Staphylococcus aureus, que son menos habituales, pero también se transmiten a través del agua. También otros patógenos como virus (Hepatitis A, Hepatitis B, enterovirus…) así como parásitos y otros que pueden contaminar la comida. Los trataremos en otro post.
Aconsa es un laboratorio de confianza para analizar la cantidad de bacterias presentes en el agua y diseñar sistemas de control. Estamos acreditados para detectar Legionella en todo tipo de aguas, y para controlar las aguas potables.