Las alertas alimentarias suelen multiplicarse en verano, especialmente en el Mediterráneo. El calor, el frenesí en la hostelería que puede causar descuidos como cocinar poco los alimentos o dejarlos fuera de la nevera, entre otros, son causas habituales de brotes como la salmonelosis. Sin embargo, en 2021 la alerta alimentaria que ha sido protagonista de […]
Última modificación: 4 noviembre 2021
Las alertas alimentarias suelen multiplicarse en verano, especialmente en el Mediterráneo. El calor, el frenesí en la hostelería que puede causar descuidos como cocinar poco los alimentos o dejarlos fuera de la nevera, entre otros, son causas habituales de brotes como la salmonelosis. Sin embargo, en 2021 la alerta alimentaria que ha sido protagonista de los titulares ha sido la presencia de óxido de etileno en alimentos, que ha afectado principalmente a productos como el café, el jengibre, el cilantro, la goma de guar (que se suele usar en el pan precocido, la bollería industrial, las cremas refrigeradas, las salsas, los helados, los cereales para desayuno, etc.), el polvo de cebolla y la pimienta, entre otros.
No se trata de una alerta nueva de este verano. Ya hace varios meses que las autoridades sanitarias belgas notificaron una elevada concentración de óxido de etileno en lotes de sésamo provenientes de la India que se vendieron a prácticamente todos los países de la Unión Europea, pero no todos ellos habían retirado los productos del mercado, ya que alegaban que no habían detectado ningún lote contaminado, y por eso la noticia pasó desapercibida a la opinión pública.
No fue hasta que Francia publicó la lista de los alimentos afectados que se produjo un gran revuelo, después de que las asociaciones de consumidores presionaran a los gobiernos para que identificaran y retiraran estos productos. Hicieron falta arduos debates como el que se registra en este link de la reunión de seguimiento de la crisis del sésamo en la que también han participado países de fuera de la Unión (Islandia y Noruega), porque las empresas afectadas son gigantes de la industria alimentaria como Nestlé. Ahora, los países miembro están empezando a retirar en masa estos productos del mercado, siendo ya más de 7.000.
Se trata, entonces, de una alerta alimentaria y sanitaria que no es habitual, como suelen ser las alertas por Salmonelosis o Listeriosis, entre otros. Para situar una situación parecida nos tenemos que remontar al verano de 2017, en el que millones de huevos fueron retirados del mercado por estar contaminados con un pesticida llamado fipronil.
Pero ¿qué es el óxido de etileno y por qué es peligroso en los alimentos? ¿Cuáles son los máximos permitidos según la normativa? Lo explicamos en este post.
El óxido de etileno es un gas inflamable, muy tóxico, que se usa principalmente para fabricar glicol de etileno, destinado a producción de anticongelantes para instalaciones de frío industrial y poliéster. Aunque se ha utilizado también para acabar con microorganismos en plantas y alimentos, está prohibida su producción, su comercialización y su uso porque se ha demostrado cancerígeno y mutagénico, es decir, que tiene capacidad para afectar al ADN.
Sólo está permitida su tenencia y uso en casos de investigación y propósitos de laboratorio, siempre en cantidades menores de 10 kg. Su presencia en alimentos y plantas se ha detectado en productos importados donde no existe una normativa tan restrictiva, y se ha propagado a otros productos, pero como hemos avanzado, su retirada está siendo costosa porque afecta a miles de productos de poderosas empresas de la industria alimentaria.
La hipótesis más plausible es que cuando llegaron productos importados a la UE de la India, éstos fueron rechazados porque se detectó en varias ocasiones que estaban contaminados por Salmonella. Para evitarlo, los productores utilizarían el óxido de etileno como desinfectante, dado que en algunos países aún se usa como fitosanitario. Estos productos son, entre otros, la semilla de algarrobo, que se usa para producir aditivos que se usan en la fabricación de productos alimentarios como helados, salsas, cremas, postres lácteos, etc., para mejorar su textura. Varios fabricantes habrían usado este aditivo que ahora está presente en miles de productos. Algunos fabricantes han publicado listas de los productos afectados, como Mars y Nestlé.
El principal problema que acarrea el óxido de etileno, a diferencia de otros contaminantes también potencialmente peligrosos, es que no existe un nivel seguro de exposición a él: cualquier nivel supone un riesgo potencial, especialmente si se consumen alimentos que lo contienen durante un tiempo prolongado sin que las autoridades puedan determinar cuándo empezó la contaminación. Según un estudio de la Universidad de Barcelona, este consumo prolongado puede afectar gravemente a los riñones y provocar cáncer (linfoma y leucemia, principalmente). En este link también se puede encontrar el enfoque de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) sobre el riesgo.
Evitar los problemas que puede causar el óxido de etileno en alimentos no sólo pasa por retirar los productos afectados del mercado. Es necesario reforzar los controles en frontera y los sistemas de autocontrol en las industrias (como la toma de muestras) para garantizar que los productos no contienen residuos químicos en niveles más elevados de lo que dicta la normativa.
Además, a raíz de los incidentes con las semillas de sésamo originarias de la India, la Comisión Europea ha modificado el Reglamento de Ejecución (UE) 2019/1793 con el Reglamento de Ejecución (UE) 2020/1540 de la Comisión de 22 de octubre de 2020, que establece que las partidas de sésamo deben ir acompañadas de un certificado oficial y adjuntar los resultados del muestreo para demostrar que se cumple la legislación de la UE sobre los límites máximos de residuos de plaguicidas y que se llevarán a cabo controles físicos y de identidad en las fronteras al 50% de las partidas para descartar la presencia de residuos de plaguicidas.
Las técnicas de laboratorio que detectan el óxido de etileno en alimentos permiten verificar la cantidad de plaguicidas residuales, para garantizar que no sobrepasen el límite máximo de residuos (LMR), tanto en el ámbito de la agricultura, los alimentos y el medio ambiente. Entre ellas podemos encontrar:
Uno de los análisis más demandados a Aconsa es el análisis de contaminantes en alimentos, que incluye los contaminantes químicos como los metales o los pesticidas. Somos conocedores de la normativa y de las necesidades de la empresa alimentaria, y trabajamos con protocolos definidos, adecuados y garantizados.